Guardé en un sudario los restos de aquellos sueños
que salvé del naufragio esperando el tercer día.
Hace mil noches.
Allí están tus propuestas impostadas,
tus sonrisas ensayadas,
tu ciencia de la apariencia que mata la naturalidad,
tu catón, catecismo existencial
que adoctrina para pasar páginas en blanco y negro
sabiendo el final de la historia.
También el doble forro de tus secretos
y tus nubes nocturnas que vierten puñales.
Todos ellos gritan desde atrás.
Me salva la sordera, sólo oigo del lado del viento
y éste siempre me sopla de cara
trayendo los aromas de lo que tengo delante.
Y tú no estás.
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3 comentarios:
Niña hoy encontre una profundidad especial en tus palabras.
Un besazo
Me encanta Inzoa. Cada vez escribes mejor. Sigue haciendolo. Un abrazo. milagros
Muy bello final, Inzoa. Y me encanta que tengas presente a Onetti, el genio uruguayo, con su música despierta. Un abrazo
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