lunes, 28 de septiembre de 2009

EL DESAMOR

El desamor es un recuerdo que no perece.
Permanece, rastro imborrable,
pasos que dejamos por doquier.
Las butacas del cine,
cada verso que compartimos
y cada mapa que trazamos,
los ángeles que nos guiaron
y los demonios que nos vencieron,
gigantes y molinos.
Aquellos portales y aquellos lunes
tras domingos de promesas e ilusiones.

Hablan los bancos del parque
y recuerdan lo que nos dijimos
con tantos silencios.
Todo está en el aire y en las postales
y escrito en los corazones que son papel.

En el olvido testarudo que no se resigna y siempre regresa
como un ave que cumple su ritual, su destino,
su instintiva esclavitud, su cíclico insistir.
Y vuelve, imborrable, maldito.
Es una campana de repicar tirano,
un rastreador implacable imposible de despistar.

Sólo hay una posibilidad:
Abel responde a Caín,
el amor mata al desamor.

lunes, 21 de septiembre de 2009

SU MELODÍA (SARA II PARTE)

La banda sonora de su caminar era la melodía de su melancolía. Siempre a la sombra de su propia nube a la que confundía con protección. Nada a la improvisación. No quería comprender que es mejor soñar que mal enmendar frustraciones obstinadas para ir penando por el calendario sin altibajos, sin nubes ni soles, sin alma, pues la vio rendirse y no la socorrió. Le prohibió a su espejo devolverle sonrisas y decidió que cada año a venir serían 52 semanas de pasión y corona de espinas, escapando de cada ola que la luna le enviase. Prediqué en el desierto que es su corazón y me fajé en una batalla que estaba perdida. No crecen flores en el glaciar como no corre la brisa en el laberinto. Llegué pidiéndole que me susurrase algo más que la melodía de su melancolía y me fui diciéndole que se quedase con lo que nos negó, que yo ya gané al aprender lo que necesito.

Y allí volvió. A su bosque inanimado de árboles quemados, a su álbum de fotos que son crisantemos, a su cielo de nubes amoricidas, a su sótano de latidos cautivos, a su palpitar de campanario en funeral.

A la nada. A su melodía.

lunes, 14 de septiembre de 2009

DÉJAME PREGUNTARTE

Déjame preguntarte cómo haremos conjugar
tu roto mirar y mi perenne llorar
superando nuestro pasado,
camposanto de fracasos,
y acertamos a inventar un bosque
con tus cenizas y mis añicos.
Navegando sin timón, a la deriva,
que es como mejor se sueña,
sin que nos den consejos,
que no puedo con eso,
para cuando encalle en el coral de tu colchón
y hagas el aliño con tu veneno
y mis sueños de niño.

Déjame preguntarte cómo vas a romper
mis escudos de hormigón armado
con mis penas y los palos que me han dado
y ese miedo que llevo dentro,
que hasta corroe los huesos,
sin bailarle el agua a este pobre corazón
enterrado bajo paladas de desamor,
doctorado en soledades
y en prospectar cada nube
que surca el techo de mi habitación.

Déjame preguntarte cómo vas a callar
a mis cicatrices que son memoria,
a ventilar este corazón desordenado y enmohecido,
a jugar mi partida,
pues se me acabaron las fichas
y los dados inciertos
cuando acabé achicando lágrimas
para que no se hunda la barca.

Déjame decirte que si tanto escollo
no desanima tu corazón,
puedes conseguir que el mío
llegue a quererte, si es preciso,
hasta morir exprimiendo tus labios
bajo la diaria lluvia de balas.

lunes, 7 de septiembre de 2009

CERCA DEL SUELO

No soy un héroe,
búscame más cerca del suelo,
entre el acierto y el error,
entre la virtud y el pecado,
lo dulce y lo salado,
el desear y el temer.


No soy un héroe, no soy azul,
un hombre cualquiera,
solamente soy yo.

Soy todo lo que me ha pasado
y lo que quiero hacer por ti.
Virutas de sueños en las uñas,
jirones de besos en los labios,
la piel de mis pies en el camino,
de correr descalzo
-tantas ganas de partir que me olvidé los zapatos-

Intentando no hacer ruido,
silencioso como la nieve sobre el agua.
¿Has visto cómo caen los copos en el agua?
Envidiable fusión, metáfora del amor.

Mirando bajo las alfombras,
por si tengo algún sentir olvidado
de alguna noche acabada por el sol
que ciega los ojos fatigados
y dudando del portal.
¿Dónde están esos amores?

Ahora recuerdo que aquellos se los llevó
el agua de la ducha,
no pasaron de la piel, no eran del corazón.
Soy como una postal,
no oculto el mensaje ni el remite
pero me falta dirección.
Me queda una línea por escribir.