lunes, 27 de octubre de 2008

AL RECOSTE DE TU ESPALDA

Burlé a los demonios que me perseguían obcecados
y evité al frío paralizante del inmutable invierno,
que asoló mi esperanza,

abrigándome al recoste de tu espalda.

En mi calabozo bautizado olvido,
donde arresto lamentos voraces,
dejé los tropiezos que lastraban mi escalada
y ahora las migas de pan que cada mañana arrojo al suelo
me devuelven cada atardecer al recoste de tu espalda.

Los sueños más limpios que cada noche tejí
y los versos vitales que mi piel reclamó
los encendí al recoste de tu espalda.

Olvidé las noches de intentar sanar hojas marchitas
entre los susurros de las esperanzas de reconducir aquel vagar
sin hallar esquejes que avanzasen una nueva primavera
descorchando botellas compulsivamente intentando hallar un mensaje.
Ahora lo escucho abrigado, encendido,

al recoste de tu espalda.

No hay comentarios: