lunes, 1 de junio de 2009

UNA BRISA

Se cuelgan las aves del cielo,
mensajeras de las Parcas,
acechando mis despojos,
mi inerte ilusión,
mis fallidos proyectos.
Si al menos me hubiera dado sepultura tanto desencanto,
no daría opción a esas miradas cernidas
que derraman puñales sobre mis últimos estertores.
No estaría a merced de los lobos de la infamia
que galopan desde el pasado
para aprovechar el momento.

Mi espalda en tierra
siente el tacto de Hades como una llamada
entre carcajadas henchidas de victoria
que hielan mi esperanza.
La agonía me incita a dejarme llevar,
a aceptar que mis labios agostados
simbolizan el fin del torrente
que deglute la grieta entre las rocas.

¿Cuántas vidas?
He perdido la cuenta.
No hallo el recuerdo
entre la turbidez de mi mente rendida.
Sólo el murmullo de las hojas de los árboles
anunciando una nueva brisa
me podría levantar.
Una brisa que remueva estas cenizas
en busca del último y mortecino rescoldo que poder avivar.

3 comentarios:

ana dijo...

Pues que llegue esa brisa y te saque de esa luz mortecina y de esos pajaros que te sobrevuelan.

Fue algo oscuro, pero me gustó porque al final me brinda algo de esperanza.

Un besitoooo.

MiLaGroS dijo...

Triste Inzoa pero precioso. Inerte ilusión, fallidos proyectos... La vida es a veces injusta.
Pero hay que continuar. Yo te mando labrisa del Moncayo que avive tu llama maravillosa de ser humano especial y poetra. Un beso. milagros

Inzoa dijo...

Hola y gracias por vuestros comentarios:

Ana, buen ojo, ahí está la cuestión, en el final, en la esperanza. De ahí la necesidad de esa oscuridad en el inicio, como tú dices, de esa tristeza casi terminal. Pero siempre nos queda el último verso.

Milagros, venga esa brisa del Moncayo! A ver si me hace el mismo efecto que a mi tarazonica preferida.

Un saludo.