viernes, 25 de abril de 2008

EL BALCON DEL OLVIDO

Hoy me he asomado al balcón del olvido.
Trae el viento fragancias de tiempos pasados,
las risas de una infancia feliz.
Enemigos a los que decidí olvidar,
pues no los necesito vencer,
los prefiero ignorar.
Errores de inmadurez
que ya no puedo enmendar,
aciertos de intuición
que no puedo razonar,
lágrimas, jugo del amor no correspondido,
canciones que no supe cantar
y nunca olvidaré.

El balcón del olvido…

Veo caminos que nunca emprendí
y no se adonde me habrían llevado.
Ante algunos dudé,
pero de otros huí.
Osadía, nunca me sobraste.
Cosas que me parecían imprescindibles,
ahora su sombra apenas perceptible.
La vida corría deprisa
y los años pasaban despacio.
¡El futuro quedaba tan lejos!

El balcón del olvido….

Puertas que por suerte traspasé
y otras que me pillaron los dedos.
Charcos en los que me metí
y de los que, mejor o peor, salí.
Rosas que de todo me brindaron,
unas sus espinas y otras su perfume,
escombros de sueños incautos,
cielos que nunca alcancé,
ni siquiera los rocé.
Silencios que no rompí
y luego me arrepentí.
Y la luna, algo que nunca prometí.

El paisaje de lo que soy,
del camino que me ha traído.
Siento que de casi todo lo bueno
han pasado más de veinte años.
Supongo que es un bache, la fatiga.
Necesito aire fresco,
llenar los pulmones,
un ánimo.


El último me lo robó
una promesa incumplida
de no poner diques
y dejar correr el agua.
Promesa incumplida,
hasta la vista.
Cuando vuelva a asomarme
a este balcón.

El del olvido.

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